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Asunto Tema: Conmoción entre los periodistas españoles Responder mensajeEscribir nuevo tema
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Ingresado: 01 de Octubre de 2003
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Escrito el: 14 de Abril de 2003 , 18:16 | IP registrada Citar Invitado

Publicado el 14-4-03 en http://www.periodistadigital.com

Conmoción en la profesión periodística española

Javier Pradera, ideólogo de El País, comenzaba ayer así su columna de opinión en el suplemento Domingo: "La muerte de dos corresponsales de guerra españoles --Julio Anguita Parrado y José Couso-- justo en vísperas de la ocupación del centro de Bagdad por las fuerzas estadouunidenses ha conmovido a la profesión periodística"

Pero la conmoción por ambas muertes no tiene un orígen idéntico dentro del gremio. En el caso de José Couso, está circunscrita en la responsabilidad del ejército norteamericano y de Aznar como aliado. Y en el de Julio Anguita Parrado, se centra en su situación personal y laboral en el diario El Mundo.

"El drama se ha convertido en campo abonado para la demagogia y la rapiña", responde hoy lunes Casimiro García Abadillo, director adjunto de El Mundo, en un artículo titulado "La hora de las venganzas". Y añade: "Un grupo competidor [El País] utilizó una desquiciada crónica de una de las periodistas [Mercedes Gallego, de El Correo] que vivieron sus últimos días con Julio para extender infundios y falsedades contra El Mundo. Nadie se preocupó de llamar al periódico, de comprobar si lo que se decía era cierto o no. Porque la verdad no importaba. Lo que se perseguía era hacer daño. Y lo han conseguido. Han hecho mucho daño. Pero al utilizar la muerte de un compañero como arma en esta asquerosa lucha entre medios, los que lo han hecho han caído en el nivel más bajo y miserable. Han insultado a la profesión periodística y a todo por lo que gente como Julio y otros han luchado y dado sus vidas. Julio tuvo, además, la mala suerte de morir bajo el mortífero efecto de un misil iraquí. Si su muerte se hubiera producido por armas norteamericanas quizás todo habría sido distinto. Su fallecimiento hubiera servido, como lo ha sido el de Couso, para atacar a los bárbaros invasores y, de paso, para insultar al Gobierno y acusar a Aznar de «cómplice» de su asesinato."

¿Tienen razón Pedro J. y Casimiro? ¿La tienen Mercedes Gallego (El Correo) y Hermann Terstch (El País) a los que alude sin citarlos?

Veamos otros puntos de vista. La Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP) denunció el sábado en un comunicado titulado "Parrado y Couso, una precariedad sangrante", que la desaparición de Julio A. Parrado, enviado por El Mundo y muerto por un misil iraquí, y del cámara de Tele 5 pone de relieve "la situación de precariedad" en la que se encuentran muchos trabajadores de la información. Respecto a Parrado, subraya que "a pesar de no pertenecer a la plantilla de El Mundo, le han permitido que fuera como enviado especial a una guerra". En cuanto a Couso, el comunicado detalla las condiciones en que trabajaba como autónomo: "La cámara con la que ha filmado el horror de esta guerra era suya y él era su propia empresa; esa cadena de televisión contrató sus servicios y renovaba periódicamente ese contrato, pero no lo tenía entre sus trabajadores de plantilla".

Periodista Digital expone hoy la concatenación de hechos que han sumido estos días al periodismo español en una de las mayores conmociones que se recuerdan desde que hace siete días el reportero de El Mundo fuera víctima de un misil iraquí y, menos de veinticuatro horas después, el cámara de Telecinco perdiera la vida a consecuencia del proyectil lanzado por un carro estadounidense contra el hotel donde se alojaban los corresponsales de prensa.

En los próximos días, analizaremos los argumentos de cada una de las partes y daremos las conclusiones de la investigación realizada por nuestra redacción.

Mañana: La verdad (y nada más que la verdad) sobre el chaleco de Parrado, su seguro y su situación laboral en El Mundo

Foro de Debate: La muerte de los periodistas españoles Julio Anguita Parrado y José Couso ha conmocionado a la profesión periodística y desatado una durísima polémica sobre la precariedad laboral de los corresponsales de guerra. ¿Cómo tratan las empresas periodísticas a sus enviados especiales? [pinchar para acceder]


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Mercedes Gallego desveló el testamento verbal que Julio Anguita Parrado le despositó una noche en Kuwait
"Me hizo prometer que diría a todo el mundo que no quería que Pedro J. apareciera por su funeral o entierro"

El lunes pasado, día 19 de la guerra, Julio Anguita Parrado (Córdoba, 1971) murió a 15 kilómetros de Bagdad tras impactar un misil iraquí en el centro de comunicaciones de la unidad de marines con la que viajaba.

A la mañana siguiente, Mercedes Gallego, de El Correo --la otra única periodista española empotrada en el ejercito de EE UU-- manifestó en directo en Telecinco:

"Un momento, tengo que decir una cosa.
Que nadie se moleste, ni que nadie se enfade, pero tengo que decir que me comprometí con Julio Anguita Parrado a decir a todo el mundo que él temía que le pasara algo; tenía esa sensación y me hizo prometer que diría a todo el mundo que no quería que Pedro J. apareciera por su funeral o entierro".
Horas después, la agencia Colpisa distribuyó un relato de Mercedes Gallego titulado "Un negro presentimiento". En él, Mercedes escribió:

"Tengo el presentimiento de que me va a pasar algo en esta guerra", me dijo Julio una noche por los pasillos del hotel en el que nos alojábamos en Kuwait. [...]
sus compañeros de 'El Mundo' le dieron el primer revés. "No te hagas ilusiones, porque tú no vas a ser el que vaya a la guerra", le dijo con un poco de mala leche un aguafiestas desde la redacción. [...]
'El Mundo' le había dado pocas satisfacciones recientes. La presencia de la hija de Pedro J. Ramírez y su novio en Nueva York le hacía temer por su puesto de trabajo. Años atrás había pedido la excedencia de su puesto fijo en la redacción de Madrid para irse de colaborador a Nueva York, donde se convirtió en la mano derecha de Carlos Fresneda, el corresponsal jefe. Pese a lo unido de este dúo de corresponsales, Julio consideró una traición que Carlos le sustituyese temporalmente con la pareja que amenazaba su puesto, mientras se iba a Irak. "Me voy a la guerra donde me pueden matar y encima tengo que estar pensando que cuando vuelva a lo mejor no tengo trabajo", se quejó a la hora de irse. [...]
La advertencia de aquel aguafiestas había herido su orgullo y lo había fijado en la meta de conseguir aquello que en su periódico le habían negado de antemano. "Si conseguimos meternos con las fuerzas americanas tendrán que aceptarlo, porque es algo que nunca conseguirán por su cuenta", me dijo. [...]
A Julio se le metió en la cabeza pasar por España. Me temo que el negro presentimiento que ambos compartíamos en silencio le impulsaba a saltar el océano para despedirse de los suyos. [...]
Al que le costó trabajo ver fue a Pedro J. Ramírez, que sólo le dedicó unos minutos. Fue para negarle en redondo que fuese a darle la plaza de plantilla en Nueva York por la que había estado luchando durante tantos años. La amenaza de que el director le dejase sin trabajo en cualquier momento no le permitía establecerse y tomar las riendas de su vida en esa ciudad sin una garantía de tiempo mínimo por delante. [...]
Desde el hotel de Kuwait donde me confesó sus fatales presentimientos, también escribió un e-mail de agradecimiento a aquellos que le habían ayudado a preparar la logística del viaje, especialmente a las secretarias de 'El Mundo'. "Les he dicho a todos que si me muero no dejen que Pedro J. venga a mi entierro y se cuelgue medallas a mi costa", me confesó que había dicho a algunos en la redacción, cuyos nombres no especificó. Sobre sus conciencias queda callar para siempre o expresar lo que fue la última voluntad de Julio."
Al día siguiente, tras las intensas presiones y negociaciones por parte de Pedro J. para impedir la difusión del texto, los periódicos ABC y El Correo publicaron el artículo de Mercedes Gallego. Pero "editaron" el texto, suprimiendo las siguientes referencias:

La presencia de la hija de Pedro J. Ramírez y su novio en Nueva York le hacía temer por su puesto de trabajo.
Pese a lo unido de este dúo de corresponsales, Julio consideró una traición que Carlos le sustituyese temporalmente con la pareja que amenazaba su puesto, mientras se iba a Irak. [Esta frase fue sustituida por "pero ahora temía por su empleo"]
Al que le costó trabajo ver fue a Pedro J. Ramírez, que sólo le dedicó unos minutos. Fue para negarle en redondo que fuese a darle la plaza de plantilla en Nueva York por la que había estado luchando durante tantos años. La amenaza de que el director le dejase sin trabajo en cualquier momento no le permitía establecerse y tomar las riendas de su vida en esa ciudad sin una garantía de tiempo mínimo por delante.


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Hermann Tertsch arremete sin piedad en El País contra Pedro J. Ramírez
"Hablemos de Julio Anguita Parrado y José Couso, de sus circunstancias personales y profesionales y de las reacciones del periodismo y sus empresas ante su muerte"

Eduardo Haro Tecglen ya había dado un aviso el jueves 10 en El País en un artículo de opinión titulado "El canon y la palabra" al atacar duramente a Casimiro García Abadillo, director adjunto de El Mundo, por haber pedido que se censurase el artículo de Mercedes Gallego crítico con Pedro J. Ramírez:

"Oía en la noche del martes al miércoles una emisora donde algunos -no todos- pedían que se censurase una crónica de Bagdad.
Era la de Mercedes Gallego para Abc del día siguiente, en recuerdo y homenaje al que fue su gran amigo -"Julio tenía una fe ciega en mí"- el asesinado Julio Anguita Parrado.
El relato que le hizo a ella de un e-mail a sus compañeros de El Mundo fue éste: "Les he dicho a todos que si me muero no dejen que Pedro J. venga a mi entierro y se cuelgue medallas a costa mía", contó a Mercedes.
Sus compañeros no han podido evitarlo, por lo que veo; y Ramírez ha hecho lo que debía, creo, al levantar un monumento en honor a este hombre.
Pero el tema esencial era la censura que pedía, sobre todo, el periodista de ataque Casimiro Abadillo, porque la verdad podía "hacer daño a su periódico". O a Pedro, o a él, no sé.
Pero Abc la ha publicado íntegra [aquí Haro Tecglen yerra como ha quedado patente unas líneas más arriba].
Supongo que su director, Zarzalejos, haría lo mismo si se dirigiera contra él. Lo importante de la censura es que quien la ejerce lo hace "para evitar un daño": generalmente, a sí mismo."
Pero fue al día siguiente, viernes, cuando la artillería pesada procedente de El País alcanzó de lleno al cuartel general de El Mundo. Hermann Tertsch, en un artículo de opinión titulado "Periodistas en guerra", puso en negro sobre blanco lo que era el mayor cotilleo-escándalo entre los periodistas españoles en muchos años:

"Hablemos de Julio Anguita Parrado y José Couso, de sus circunstancias personales y profesionales y de las reacciones del periodismo y sus empresas ante su muerte. [...]
Hay periodistas que están en la guerra porque temen menos a las bombas que a la precariedad laboral a la que han sido condenados.
Son periodistas sin contrato fijo a los que sus directores los mandan a la guerra sin un miserable seguro y obligándoles a pagar de sus bolsillos el equipo mínimo de seguridad.
Son periodistas que se juegan la vida no ya por esa vocación de informar, curiosidad y emoción por estar allá donde se hace historia, que nadie les niega, sino por arañar unos titulares e historias que les permitan mejorar su angustiosa situación laboral y su dignidad, zarandeada por contratos basura, subcontratas y desprecios. [...]
José se fue a la guerra porque no tenía opción. No quería volver nunca.
Murió, salvo que sus compañeros lo desmientan, sin dejar testimonio de las miserias de la profesión.
Julio sin embargo era testigo directo, aunque desde su atalaya neoyorquina, del obsceno rapto y comercialización de que fue objeto otro Julio, éste apellidado Fuentes, con su cadáver, su muerte y su biografía utilizados durante semanas para mayor gloria de quien no era precisamente su amigo y para la mitificación barata de la supuesta tribu.
Julio pidió que quien le despreció y maltrató en vida "no se apunte medallas" en su funeral.
Quizá su muerte sirva para que los periodistas acaben plantándose ante quienes deben, ante quien le obligó a Julio a comprarse el chaleco antibalas con su dinero, lo que le impidió tener uno que le hubiera permitido cumplir los requisitos de seguridad que se exigía para sumarse al convoy que partió para Bagdad y abandonar el campamento donde murió.
Las muertes de periodistas conmueven al gremio más que los goteos de muertes de albañiles. Es lógico.
Pero el dolor y la emoción no deberían impedirnos ver quiénes instrumentalizan a los muertos para atacar a las instituciones o, quizá peor, para erigirse en el héroe por delegación del difunto y pasearse de televisión en televisión, de radio en radio, con la llantina puesta.
Julio y Jesús han muerto. Los hemos llorado y los recordaremos. Pero algunos compungidos por ahí deberían dedicar sus lloros a sí mismos."


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Pedro J. Ramírez, director de El Mundo, y 11 firmas más remiten una Carta al Director a El País
"Al margen del desprecio moral que nos merece quien es capaz de escribir cosas así, todo lo que el señor Tertsch afirma es absolutamente falso"

¿Cómo reaccionaron Pedro J. Ramírez y El Mundo a las acusaciones de Hermann Tertsch en El País?

En primer lugar, ese mismo viernes colgaron una nota oficial de Unidad Editorial, editora de El Mundo, en Internet (esa misma nota fue publicada en papel al día siguiente).

En segundo lugar, exigieron por carta al director de El País, Jesús Ceberio, que "si el señor Tertsch no rectifica de forma pública y satisfactoria todas sus falsas imputaciones, nuestro periódico presentará contra él una querella criminal por injurias y calumnias en el juzgado de guardia".

¿Cómo reaccionó Jesús Ceberio y El País a las exigencias de Pedro J.?

En primer lugar, se regocijaron sin complejos y con mucha hilaridad con las amenazas de acudir al Juzgado de Guardia.

En segundo lugar, publicaron al día siguiente, sábado, la misiva de Pedro J. en la sección Cartas al Director bajo el título de "Aclaración":

Pedro J. Ramírez, director de El Mundo, y 11 firmas más
"En su edición de ayer se publica un comentario titulado "Periodistas en guerra" firmado por Hermann Tertsch, en el que a propósito de la muerte de nuestro compañero Julio A. Parrado se afirma literalmente: "Quizá su muerte sirva para que los periodistas acaben plantándose ante quienes deben, ante quien obligó a Julio a comprarse el chaleco antibalas con su dinero, lo que le impidió tener uno que le hubiera permitido cumplir los requisitos de seguridad que se exigía para sumarse al convoy que partió para Bagdad y abandonar el campamento donde murió".
En otro párrafo, inequívocamente referido a José Couso y Julio A. Parrado, se dice además: "Son periodistas sin contrato fijo a los que sus directores los mandan a la guerra sin un miserable seguro y obligándoles a pagar de sus bolsillos el mínimo equipo de seguridad".
Al margen del desprecio moral que nos merece quien es capaz de escribir cosas así, todo lo que el señor Tertsch afirma es absolutamente falso.
Julio A. Parrado disponía de un chaleco de protección SI IIIA adquirido por nuestro periódico a través de una acreditada empresa del sector de seguridad.
La correspondiente factura consta en nuestro poder y está a disposición de quien quiera conocerla.
Julio A. Parrado era el titular de la póliza de seguros número 853017 suscrita a través de Willis Correduría de Seguros y Reaseguros, SA, por la que nuestro periódico venía pagando 6.508 euros de cuota semanal desde que comenzó el conflicto con Irak.
Julio A. Parrado se encontraba en excedencia voluntaria, estando prevista su reincorporación a la nómina del periódico el próximo 1 de mayo.
Tenía una remuneración fija y El Mundo pagaba su seguro médico, el alquiler de su vivienda y todos los gastos derivados de su actividad profesional.
Si el señor Tertsch no rectifica de forma pública y satisfactoria todas sus falsas imputaciones, nuestro periódico presentará contra él una querella criminal por injurias y calumnias en el juzgado de guardia.
Como integrantes del equipo de dirección de El Mundo le rogamos la publicación de esta carta en su integridad."
Mañana: La verdad (y nada más que la verdad) sobre el chaleco de Parrado, su seguro y su situación laboral en El Mundo

 

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