Escrito el: 21 de Agosto de 2007 , 19:26 | IP registrada
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La estancia en el Hotel “Los Ángeles” de Granada, con una calificación de cuatro estrellas, dos noches en agosto de 2007, dejó mucho que desear por diversos factores, destacando sobre todo la estupidez y el pésimo trato del personal, sobre todo de recepción, que recibimos. A la llegada, el conserje que se encontraba en recepción nos trato de una forma poco amable. Nos asigno la habit. 502, una habitación “de mala muerte”. Llegamos y todavía la estaban limpiando, a las 15.00 h. Dejamos las maletas y apreciamos el escaso espacio de la habitación que ocupaba prácticamente su totalidad una pequeña cama de matrimonio, antigua y de mala calidad. La completaba un pequeño armario empotrado de mínimas dimensiones, a la derecha de la cama un pequeño baño, y a la izquierda una pequeña estancia con dos sillones y una mesa de centro con vistas al patio-almacén del hotel. Salimos del hotel por el laberinto que poco antes tuvimos que cruzar para entrar a nuestra habitación, ya que el ascensor dejaba a una altura distinta y había que bajar una escalera, además de recorrer varios pasillos; era sin duda la parte antigua del hotel. Al volver de comer nos dirigimos a recepción, no estaba el mismo conserje pero el que en ese momento se encontraba demostraba su amabilidad, al igual que en el anterior. Preguntamos si habían mejores habitaciones porque no nos había gustado y la respuesta fue: “Si hay mejores habitaciones, pero no se puede complacer a todo el mundo, hay de todo tipo, y ahora mismo estamos completos… la única que os puedo ofrecer es peor que la que tenéis porque no tiene terraza”… ¿Terraza? nuestra habitación no tenía terraza tampoco, en un hotel que precisamente en su publicidad dice entre otras mentiras monumentales “todas las habitaciones con terraza privada”. Otra cosa que todavía no me explicó es que si yo me busco un hotel de cuatro estrellas, lo lógico es que quiero estar en una habitación con un mínimo de decencia, y no en semejante antro. Tras discutir con el recepcionista sin conseguir nada, regresamos a nuestra habitación. Una vez llegamos allí, nos llama y nos dice que sube su compañero a enseñarnos otra habitación a ver que tal. Llega su compañero y nos lleva al otro extremo del hotel, muchísimo más moderno, a una habitación amplia, con mobiliario moderno y hasta televisión de plasma… ¿No decía que estaba completo? Es posible que influyera el que comprobara que uno de los clientes era agente de viajes y así iban a perder clientes… demasiado tarde, ya nos habían demostrado que el hotel no era nada recomendable. El cambio de habitación, no significó un mejor trato por parte del personal del hotel, sobre todo por parte de los recepcionistas, y tampoco unas condiciones merecedoras de las cuatro estrellas con las que actualmente goza el hotel. El minibar se mantuvo vacío durante toda nuestra estancia, pero no fue esto lo único ni lo más importante. La insonorización dejaba mucho que desear, era practicamente nula. La brillantez de la limpieza tampoco era uno de los fuertes del hotel, se limitaron a hacer la cama, enjuagar los vasos del aseo y ponerles la misma bolsa de plástico del día anterior. Ni el polvo que tenia el armario desde antes de que llegáramos fue limpiado, ni la habitación fue barrida, antes de salir de la habitación calló un poco de azúcar al suelo, y cuando regresamos ya con la habitación “limpia” continuaba allí el molesto polvillo. Aunque no era nuestra habitación la única que no se limpiaba, bastaba pasar el dedo por el zócalo de madera que adornaba el pasillo para comprobar que hacía semanas que tampoco recibía ni si quiera el paso de un simple plumero. A nuestro juicio el hotel Los Ángeles de Granada no es nada recomendable ya que teniendo habitaciones de todo tipo, aunque en la que finalmente nos alojamos tampoco se parece en nada a las de su publicidad, nunca se sabe si te alojaras en una habitación decente o más vale que te alojes debajo de un puente. Además de todo esto, el hotel tenía alguna que otra barrera arquitectónica grave y el desayuno aunque no era del todo malo, tampoco era de gran calidad.
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